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CÁLCULOS DEL AIRE

El espectro del genio

El espectro del genio

Inspirado en la obra y vida de Alen Ginsberg


Nunca dejarás de lado, compañero Ginsberg, el lado más grotesco y mezquino de tú América de hormigón y falacia.
Demasiado para tus huesos abandonar tú melonar yankee de muchedumbre multi-confesional, multi-orgásmica que cada día cae en mayor vergüenza para patriotas de medio pelo, vocingleros especuladores y cocksuckers californianos en extrema ocupación.
Siempre te verás inmerso en la sombría coagulación de la ciudad. Su noche, así, como todos los personajes que despiertan tu atención, (sobre todo cuando olvida narcotizarse) te harán cohabitar con las espectrales estadías
del llanto y la ruina, de la decadencia y de la miseria a la que te encargas de adulterar al libre antojo.
Ya nos quedó bien claro que no habrá más sol que el peyote que ayer ingeriste en un fumadero de Norfolk, que tampoco habrá más costa que las pustulantes miasmas de vómitos y ginebra que persiguen tus pasos.
Pudiste convencernos que Berverly Hills ya no forma parte del mito dionisíaco de rosas y carotenos; y, que tu pulso crítico, no pudo impedir que se convirtiera en coto bandoleril y zombie que azota, en los costados, la dignidad enfermiza de tu pueblo.
Ahora me parecen ver tus alas desfallecer bajo la sucia cornisa del Cine Hellman. Miro, de reojo, tu corazón ligero y alfeñique cuando sobrevuela sobre el viejo Alcatraz con no muy buenas intenciones; eres ese viento que alguien creyó identificar con gas mostaza y sin embargo yo lo asemejo a un pedo lorquiano.

Ya acabo compañero Ginsberg pues mis palabras no son santas como tus absurdas genialidades. Seguro que el ocaso y el antro infernal que te cobija bajo tierra pueden entenderme.
Bendiciones y maldiciones sé que te glorifican. Caléndulas urbanas en tu nicho de papel. Aún callejeo en tu cochambroso Cadillac los días soleados. Ese fétido hedor que continuas manando (jodido puerco) todavía me sulibella.

Voluntas omnia vincit

Álibe

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