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CÁLCULOS DEL AIRE

Pasaje a la eternidad - Alcarria Conquense

Pasaje a la eternidad - Alcarria Conquense

Enclaves: Castejón-Olmeda de la Cuesta-Gascueña-Canalejas del Arroyo

 

 

Esta nueva travesía alcarreña llega al epicentro del territorio con voluptuosidad, exuberancia, plenitud, ademanes fértiles: las copiosas jornadas de lluvia brindaron a los campos una lozanía visual espléndida, pletórica.

Como un nido de águilas se nos presenta Castejón. El colosal promontorio que la sostiene representa una majestuosidad de primer orden y, será, en su emblemático Balcón, donde prodremos constatar el embeleso panorámico que suscita.

Olmeda de la Cuesta es un diminuto villorio que goza de una peculiar característica que la diferencia del resto de localidades: su transmutación arquitectónica. Un artista local, (desconozco su nombre), ha sembrado multitud de plataformas, fachadas, rincones escultóricos de reminiscencias surrealistas. A ese rasgo, se le añaden las numerosas baldosas cerámicas con publicidades populares y antiguas que jalonan buena parte de la aldea. Sin duda, Olmeda, se ha convertido en uno de mis puntos de referencia favoritos de toda la circunscripción conquense; entiendo el porqué: su energía hipnotiza.

De Gascuña subrayo la ubicación, su tapiz y entramado urbano tan decadente, sus niveles de altitud y el encuentro casual con un simpático guineano —sentado frente a su domicilio— con el que entablo una breve pero agradable conversación.

Canalejas del Arroyo conforma el núcleo donde parte el grueso expedicionario del domingo. La marcha hacia las lagunas de la sierra local aportan hondo aliciente, revitalización sistemática del alma, exigencia física ante las inevitables cuestas; la bonanza climatológica ayuda a que el día prometa y la satisfacción aumente. Los humedales no decepcionan (sobre todo el mayor, el del Espinar) con unas dimensiones y una fotogenia de calado; lástima que con el verano adopte el casi seguro aspecto de secarral.

Finaliza la aventura. El balance general de la experiencia lo valoro en notable alto. Soñar aquí forma un verbo de resonancias poéticas de relevante enjundia. El severo pero cautivador abanico paisajístico y la amabilidad de sus gentes consolidan un binomio imposible de arrojar al olvido.

 

 

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