Máscara renacida

Mientras el aire emponzoñado
cultive las alas del miedo
un espacio furtivo habrá
cerca de la inminente luz.
Donde el manglar enmarañe
el sueño y las algas del mal
conquisten sin patente
el respiradero de la vida,
un raso abierto de esperanza
se nos abrirá
desde los arrecifes
de las incordiosas tormentas.
Entre tanto
me incorporo,
camino a sorbo lento,
abro el ventanuco
que me comunica al útero
de la descarnada realidad;
puedo cruzar baldosas
de confusión,
me acerco a las esquinas
deseosas de solazarse
entre acertijos y oráculos;
convoco a las vestales;
arrojo al cráter
arteras profecías
que solo expelen sombra,
visión velada,
fuego fatuo condenado
a ser arlequín en el cadalso.
Dejadme renacer.
Quizás, un día cualquiera,
volveré a descerrejar
el vientre de las palabras
con el permiso de la lluvia.
Álibe
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