Blogia
CÁLCULOS DEL AIRE

Chovinismo de boquilla

El humano es un ente complejo, de aristas y recovecos angulosos de proporciones notables. Y para más señas, una propiedad que le suele caracterizar, intrínsecamente, como estigma que le confiere asombro, extrañeza, peculiaridad es su barniz contradictorio con el que aparece recubierto a lo largo de toda la existencia. Realizada la breve disquisición pondré el foco sobre Aranjuez.

Es bien sabido que muchísimos habitantes del Real Sitio presumen de un orgullo elevadísimo, de una pasión desmedida hacia el lugar que les vio nacer, crecer o desarrollar una etapa importante de sus vidas. ¿Es algo insólito que sea así? Desde luego que no, les responderé, es algo natural y lógico; sentimiento acrecentado por las bondades, bellezas monumentales y paisajísticas consabidas que goza y muestra la localidad.

Lo que ya frisa el esperpento, la burda incoherencia y la ley de la contradicción mencionada es la actitud de algunos vecinos que pregonan loas y maravillas de su ciudad a los cuatro vientos y actúan de un modo incívico, a todas luces intolerable.  A veces sobran las palabras cuando la constatación de los hechos puede observarse, fácilmente, con un simple paseo; les convido a acercarse a parajes destacables, de enorme valor del municipio como el Mar de Ontígola o el Raso de la Estrella -por colocar tan sólo dos ejemplos– y háganse cuenta del estado lamentable en el que lucen.

Son inadmisibles dos acciones. Por un lado, las muestras incivilizadas de algunas personas que atentan contra la salubridad de los espacios naturales con basuras y despojos de toda clase; por el otro, la desidia institucional que mira hacia otro lado no cumpliendo con eficacia su labor de conservación, mantenimiento y limpieza. Huelga decir que su responsabilidad pública es un derecho inviolable para la ciudadanía.

Resulta triste contemplar la situación actual. ¿Dónde queda el Aranjuez regio, el Aranjuez adalid del buen gusto, la hermosura de una vega referente a lo largo de la historia y espejo de sueños y fantasías artísticas cuando su aspecto — en ciertos enclaves —enseña una postal de evidente marginalidad?

Sería cuestionable si un espacio como el ribereño es merecedor de conservar el apósito de Patrimonio de la Humanidad cuando no es capaz de conservar con dignidad sus hermosos reclamos.

Al final con chovinismo de boquilla o sin él, con los comportamientos mejorables de los individuos, con propuestas más o menos afortunadas para incrementar el bienestar colectivo, Aranjuez goza del maravilloso don de florecer sobre la neblinosa amenaza de los acontecimientos.

 

 

Álibe

0 comentarios