Placebo o la necrópolis
(...) una conversación un suceso instantáneo
trivial me provoca ineludiblemente
visitar el camposanto abandonado
el lugar de reunión y reencuentro
entre la existencia terrenal y el espacio
desconocido entre el mundo subterráneo
maldito de estalactitas marginales
y el de la cosmogonía de luces en ciclos
ondulatorios de voz cuando amanece sin más
el deseo vomita coágulos de hiel enredándose
en el desahogo de la pasión y en el profundo
estado del conocimiento destructivo
y de la experiencia adulterada emulando
el triste y despiadado sepelio de nuestra sombra
opaca vestida de oropel verde que roba
corazones hígados pulmones estómagos agrietados
al mejor postor como siempre
desde el ofrecimiento de la tortura más grata
hasta la grabación cerebral del último suspiro
de la niña de tres brazos de ojos luciferinos
desde la ingesta de aire piel y carne impura
hasta la del último reducto de polvo óseo
plantado en las piedras de lápidas ahogadas
y desde que pronuncié la palabra execrable
gritaré al azar:
- ¡Por fin noté su presencia!
Y cuando levante los brazos al aire
mirando al horizonte indolente
callaré y oprimiré mis latidos ciegamente
en el silencio de la noche las nuevas máscaras
deformes ocultan sus rostros impávidos
los movimientos frágiles del aire lucen gozosos
el entusiasmo contenido en el umbtal
de la razón.
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