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CÁLCULOS DEL AIRE

La conjura de los necios

Pocas novelas occidentales y contemporáneas gozan de la virtud de provocarme estadíos de elevada sorpresa, de suscitarme una visión tan reveladora, crítica y mordaz como ésta que cayó fortuitamente entre mis manos. Ésta obra de Kennedy Toole, y su truculenta historia que derivó en su edición tras la muerte del autor, llega al seno de la literatura anglo-sajona de principios de los ochenta, como un puñetazo certero, de derecha, al mentón de una sociedad sureña estadounidense aún enferma y contagiada de conflictos éticos y raciales, de primer orden. La novela es un mosaico preciso de episodios donde el protagonista, Ignatius Really, outsider seboso, cargado de un paterismo superlativo y ensoñación quijotesca, fluctua por una Nueva Orleans caótica como un ciclón surrealista que asola y devasta todo lo que se le cruza a su encuentro. Sus relaciones personales con el entorno, desde la irreconciliable alianza y posición de poder con su doliente madre hasta con la conferenciante contracultural Mirna Minkoff, entre otros, son una continua y delirante muestra de un idealismo nihilista, trasnochado y esperpéntico magistralmente trazado por un escritor que tuvo el infortunio de dejarnos demasiado pronto. Las letras universales lamentable deuda contrajeron por ello.

K.O. con una destreza inusual en un joven de trayectoria literaria tan breve, recompone, mediante el acento de la comedia y la corriente del drama, un proyecto jugoso y válido para retratar el pulso urbano de una Lousiana sumida en las demandas y reformas legales, judiciales, donde la América de las libertades, de las posibilidades y del éxito de sus habitantes cae en una falacia irreal y dolorosa. John Kennedy con la sátira ácida, punteada en el filo de su pluma recorre, con su personaje brajo el brazo, el abismo y la hipocresía social que le contagia desde sus primeras imbricaciones con una realidad muy alejada de la que soñó algún día a partir de su graduacción universitaria, y ello, le acarreará, severas secuelas de indentidad.

La conjura de los necios es un título imprescindible, de culto para muchos, de extravagante guiño al humor y a la mediocridad existencial para otros. Para quién les acerca estas líneas es una de las narraciones más sugerentes, exquisitas, agridulces (como el alimento cantonés) más conmovedorass con las que he tenido el gusto de saciarme desde tiempos no cercanos. No sólo el discurso dialéctico de Ignatius resulta suficientemente atrayente para que el lector se sumerja hipnóticamente en él, sino la profundidad de pensamientos, reflexiones e interrelacciones frenéticas y disparatadas con los personajes encumbran por méritos propios el libro del que hoy enjuiciamos.

Para la posteridad estadística, honorífica quedará reflejado el Premio Pulitzer ganado en el año 1981; permanecerá el mito de un literato suicida que no gozó un ápice de de la repercusión de su obra. Para sus entusiastas admiradores siempre persistirá ese sagaz hilo de maestría en la madeja del ingenio.


Ángel Fdez. de Marco

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