El Príncipe
Así pues, viéndose un príncipe en la necesidad de obrar convenientemente según la naturaleza de los animales, será necesario que sea zorro para conocer las trampas, y león para destrozar a los lobos.
Este brevísimo fragmento podría validar muy certeramente la praxis general con la que el fiorentino Nicolò Machiavelli expuso al magnífico Lorenzo de Médicis en el hermoso prefacio de su obra.
El autor, hombre obstinado y experimentado, curtido en infinitesimales avatares diplomáticos, observador de no escasas conspiraciones políticas y religiosas de la Italia del siglo XVI, abarca en su opúsculo El Príncipe un acertado tratado moral de relevancia extraordinaria.
En los primeros capítulos analiza con pulcro rigor cada una de las posibilidades y peligros que puede gozar o sufrir el heredero de cualquier trono europeo; escruta mediante referencias históricas los aciertos, errores que legendarios personajes de la historia cometieron, o, quizás, desafiaron, introduciendo un idearium de virtudes y peligros de conducta a los que puede verse sometido el soberano de cualquier gobernación.
El recorrido que apunta Machiavelli sirve para trazar esa compleja línea entre lo permisivo y lo ilícito, lo ético y lo disoluto, lo tolerable y lo inadmisible, en esa torre babélica tan corrupta como a veces tan desleal que supuso la política de las repúblicas itálicas.
El hombre para él esa bestia fagocitante que aniquila y desola, con la mediocridad de olvidar con mayor rapidez la muerte del padre que el patrimonio, que vende su piel al diablo por adquirir (sin importar el medio) su ración de poder.
En el libro no faltan magníficos apuntes estratégicos, formidables disposiciones militares descritas en un estilismo lingüístico sencillo, poco ampuloso para las tendencias habituales de su tiempo; y donde se contempla un conocimiento adquirido muy notable del que sugestiona fácilmente al lector. Para ello sigue un desarrollo progresivo a través de ejemplos prácticos muy esclarecedores para hilvanar conceptos, consejos y posturas de actuación.
El príncipe: Código moral muy reseñable de una intelectualidad digna y destacada; es esa introspección crítica sobre los usos y abusos del dominio y la supremacía renancentista; un volumen clásico e histórico para desentrañarlo del polvo del olvido en aras al culto de la razón.
Ángel Fdez. de Marco (Álibe). 2005
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