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CÁLCULOS DEL AIRE

El misterio de las catedrales

El misterio de las catedrales

Sabiduría: semilla que aún sin germinar provoca, en el hombre, esquejes de esperanza.

Hablar y sondear someramente "el Misterio de las Catedrales" de Fulcanelli significa internarse, premeditadamente, en un turbio, farragoso, pero excitante, desconcertante laberinto de aristas y recovecos con la propiedad impresa de la extraña fascinación. Y es que todo lo concerniente a este escritor (medio pensador, medio alquimista de la Francia y España de principios de siglo XX) se asoma al calificativo de lo insólito, lo enraizadamente extravagante -si me permiten la expresión-, y cada dato bio-bibliográfico del que se pueden exhumar razones, refrendan la particularidad y erudición a la que el autor se alía sin paliativos.
El libro traza un florido estudio de algunas muestras ejemplares de la arquitectura gótica francesa, y la del norte de España; hasta aquí, nada extraordinario bajo la impronta del sol. Aunque si a ello añadimos una descripción de los conjuntos escultóricos, vidrieras, pórticos, bajorrelieves, esculturas, sepulcros en clave alquímica, donde el simbolismo hermético (origen de las pasiones y debilidades del estudioso) desborda lirismo y asombrosas interpretaciones de las ciencias ocultas, el poso del libro no deja de despuntar brillo y peculiaridad: un rara avis con plumaje multicolor y canto críptico de resonancias hermosas.
Si el lector advenedizo se siente atraído por opúsculos en los que calarse, hasta el fondo, con las mallas del conocimiento histórico, y, se siente acomodado, en los meandros de la especulación ocultista, este volumen le producirá deleite hondo. Por el contrario, si sus pretensiones son la toma absoluta de las riendas del rigor positivista, es muy probable que el texto le ocasione una aridez desbordante de dimensiones notables, un incómodo tránsito en el que podría sentirse molesto por permanecer en su área de influencia.
"El misterio de las catedrales" soporta en sus hombros el sello de la polémica. Y es que tratándose de Fulcanelli, cada palabra e idea, cada recodo que le ampare, cada conjetura que le abrigue no puede inscribirse en otro subterfugio que no sea el de la controversia directa. Autores como Jacques Bergier, conocido por su libro "El retorno de los brujos", ya diseccionaron interesantes pasajes del autor galo y, al igual que él, se asomaron a los ventanales de la eternidad con obras de efectivo impacto.
Todavía hoy el legado del alquímico cobra vigencia con el paso del evo. Seguro que sus adeptos añoran el panorama esplendoroso de trabajos que, como los de su maestro, pudieron socavar con maestría los infinitos matices del patrimonio histórico del que se mostró un rutilante apasionado, un baluarte excepcional del conocimiento esotérico.


Álibe

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