Los siete de la criatura.
Nuestro pequeña publicación acaba de cumplir, muy recientemente, el séptimo aniversario de su deseado nacimiento. Y sin tarta, ni velitas ornamentales, ni más zafarrancho festivo que los justos que impone el rigor de mi temple conductual, anuncio, con evidente orgullo, la llegada de ésta modesta celebración que supone, para quién les pone en parlamento, un motivo sincero de alegría y placidez.
En éstos tiempos de angustias múltiples, de acontecimientos siempre corseteados por el hilo de la sorpresa, cuando no, de la desconfianza, "Cálculos del Aire" sigue cumpliendo con el cometido fundamental por el que fue concebido: alcanzar y asomarse al auditorio público con las puntadas de la ilusión, los festones de la fantasía y el corte de la estética con las huellas del pensamiento, del conocimiento... del sentir latente y edificante de una de las condiciones más nobles que existen: el despertar de la conciencia a través de la palabra. Es bien sabido por aquellos lectores fieles a ésta peculiar "calculatoria" que ésta, y no otra concepción, es la pilastra esencial que rige la razón de vida de la bitácora.
Pese a que los años dejen huella; bien sabemos que en ocasiones no beneficiosa, espero que el tiempo aún sepa pulir éste espacio con los tintes de la sabiduría con la intención de ampararse, ahora y siempre, en un pozo fresco de utilidad, cristalina salubridad y delectación.
De momento son siete, siete los años que cubren el trazado de una existencia sana, pero no exenta, en ocasiones, de dificultades pululantes de extraña naturaleza.Desde aquí, mi abrazo al espacio, a los autores y lectores, y al sentimiento de fidelidad y entrega de todos los capitanes intrépidos que surcan mares, cómo y dónde pueden, sin temor a ser varados en la tiniebla de la desorientación.
Álibe
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