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CÁLCULOS DEL AIRE

Delhi - Unión India

Delhi - Unión India

Primera jornada del viaje. Inicio del circuito en la mezquita Jama Masjid. Conjunto arquitectónico interesante de arenisca roja, cúpulas de bulbo y fachada ampulosa en un barrio atestado de bullicio popular. Los rickshaws circulando muy próximos al cuerpo, miles de personas cobrizas bajo un sol castigador, olores incisivos y muchedumbre desparramada sobre un pandemonium caótico, protagonizan mi primera salida. No escasean tampoco mendigos, leprosos,mercaderes harapientos, turistas flemáticos, desperdigados con suma tibieza proliferando por las inmediaciones del recinto.
A continuación marcha breve hacia el mausoleo de Gandhi. Es un espacio ajardinado, libre, poco arbóreo, de pequeñas dimensiones donde las cenizas de este líder espiritual reposan ante el culto incesante de peregrinos y curiosos de toda la nación. Con posterioridad y, antes de almorzar, me introduzco en el templo sij de Bangla Sahid. Allí es curiosísima la estampa multitudinaria que se puede observar; en los aledaños la de una marabunta de fieles que se dirigen en un aparente desorden hacia la entrada, el patio y el interior del templo. Dentro de él la de una legión de devotos arrodillados sobre una extensa moqueta escuchando salmodias y postrados en un aparente estado de trance. Al final de la visita dedico, en el libro de visitas, unas palabras de agradecimiento a la comunidad religiosa que gentilmente me ha recibido.

Instantáneas fugaces montado en auto al templo de Birla. De pie, en la acera, advierto algo sorprendente pero cierto: la existencia de un encantador de cobras atosigándome sin cesar, que ante su insistente atosigamiento, decido donarle unas monedas para recobrar de nuevo la serenidad.

Vistas lejanas al Parlamento Nacional. Los últimos sucesos terroristas acaecidos en la institución, en fechas muy recientes, me impiden acercarme al bello edificio como hubiera sido mi deseo inicial.

En el horario vespertino dirigo los pasos hacia la primera mezquita musulmana de la ciudad de Delhi. ¡Qué encantador resulta merodear en sus verdes praderas salpicadas de enanas ardillas rayadas!, ¡comtemplar la colosal imagen de la torre islámica envaneciéndose entre árboles ashoka y naim! La tarde no da más de si. Me despide orgullosa con la satisfación de haberme saciado una curiosidad nutrida desde el asombro perenne.


Ángel Fdez. de Marco. 2006

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