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CÁLCULOS DEL AIRE

Magna estrella... la fumata

Comienza el cónclave para la elección papal mientras las cábalas quinielísticas se disparan con la precipitación mediática de los últimos días. El reguero de candidatos cardenalicios, para la sucesión del malogrado Juan Pablo II, va reduciéndose ostensiblemente a medida que la estufa vaticana prepara leña para la fumata. Cómo me gustaría permancecer oculto tras un sitial de la Capilla Sixtina y ser máximo observador del meticuloso y ancestral ritual católico, prefacio de las votaciones. Cómo me gustaría permanecer (siempre oculto e inmerso), en las dependencias del purpurado para participar en las intrigas, rumorologías y entramados espinosos que seguro brotaron el el desarrollo de estas jornadas. Nunca una tibia fumata suscitó tanto interés en este circo informativo en el que se ha convertido la búsqueda de un nuevo Pontífice. Entre tanto la Iglesia calla y baja la cabeza, medita y distrae la mirada bajo la influencia del Espíritu Santo con esa mezcla confusa de solemnidad y recogimiento sobrecogedor. Nos encontramos en instantes históricos donde las apuestas acceden algo a la desmitificación de tanta fe y boato institucionalizado y secular.

ÁLIBE

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