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CÁLCULOS DEL AIRE

MIEL Y ABSENTA

Royal Geographical Society

Royal Geographical Society

Chinchetas vírgenes del mapa

pueblan vuestras ambiciones.

El continente negro

aún espera ser profanado

por la insolencia blanca.

Cobra tributo

las esquivas Fuentes del Nilo,

la sed canibal,

la cerbatana silenciosa,

la temible viruela.

 

"¡Doctor Livingstone, supongo!"

No existe expedición

sin reverso de vanidad.

 

 

Álibe de Marco

Profanación

Profanación

Singladuras

Singladuras

Malamoneda/Melque

 

 

Sendas transitorias hacia el altar atemporal. Astarté asiente ante las pulsiones del viento. Locuaz primavera es seducida por la indocilidad humana.

¡Sacrificio, sacrificio!

Estadío pagano arremete contra la impiedad solar. Florecen los canchales. La diáspora de los cantuesos aviva la lumbre sapiencial. Sarcófagos, una recua de sarcófagos nos invita a salmodiar ante la avidez de pervivencia.

Os asomáis a las cortaduras oníricas. Seremos beatificados contra la opacidad del péndulo; solo el templo conoce.

Circuitos iniciáticos claman mientras Juno, animoso, traza su perfil en una nube.

Palpita la ensoñación.

El encinar cósmico exhorta tanta oralidad como pústulas del silencio.

Zumbidos pernoctan en mis venas.

Me llaman Astragalus y soy la perfecta coloración de tus deseos.

 

 

 

Álibe de Marco

 

 

Indagaciones

Indagaciones

¡Ah, otra vez me pregunto!

¿Algún día recalará mi olvido

en rosario de ortigas?

¿Podrá la piedra descubrirme

tras el parto rompiente de la lluvia?

¿Amanecerá febril tu silencio

en campos engullidos

por la calima vespertina?

Hombre con péndulo perdido

cuestiona su haz de dudas,

su cornisa honorífica,

cada otoño que empieza

a revelarse decisivo.

¡Ah, cuánta resistencia

añorada! Relumbre

de fértil confusión.

Cuando la herida incide,

cuando la sombra acecha

y nadie lo descubre

las estrellas imponen la ley

ante la órbita de mi vida.

 

 

 

Álibe de Marco

Pin ups.

Pin ups.

Cruzan hacia la pasarela

patrones de trémula piel,

lindos gineceos hipotecados,

siluetas de neón y carmín.

 

Cruzan figurines indemnes,

partidas de carne, marfiles

enjutos hacia el escenario

de la diáspora financiera.

 

Solo mi cerebro tramita:

arquitecturas amputadas,

ritmos de la profanación;

armisticio de la belleza

junto a colores disuasorios.

 

Regresa el bálsamo de Rodas:

el pretérito, el solitario,

aquel que desnuda la lluvia

ante la ignorancia sombría.

 

 

Álibe de Marco

El soñador

El soñador

Apenas asoma la luz. Unas débiles insinuaciones nubosas predicen que la energía del día canalizará, pronto, al cubículo del sueño. El hombre recostado sobre su maduro cansancio tan solo edifica cálculos mentales de su insípida jornada, turbias añoranzas que le cercan la garganta, tan solo compone temores que arremolinados planean a través de sus venas de confusión. Las ruinosas columnas —revestidas de sarna atemporal— le contemplan, le contemplan como ese ser que a punto está de ser derrotado en la partida final de los espejos.

No hay relojes que midan la cadencia de su pulso, tampoco veletas que intuyan donde el céfiro pronosticará nuevas agonías durante el otoño. Hay silencio, tamujos, árboles púberes que aún se avergüenzan de su desnudez, la mano de Friedrich cuando palpita con la magnitud poderosa del bermellón, indicios que los posos de la incertidumbre escalan con libertad a través del muro.

¿Quién se atrevió a predecir que los arcos de la virtud esconden el secreto de viejas civilizaciones? ¿Quién escondió la pócima de la verdad? ¿Qué tesoros nos fueron usurpados cuando pestañeamos a través del mirador de la imaginación?

Hombre, desenreda tus pasos. Regresa por el sendero que te otorgó los dones que jamás sospechaste. Retorna al hogar. Debes saber que ya cruzó el cernícalo que robó el sello de tu mirada.

 

Álibe

 

*  Prosa poética generada a través de la inspiración, observación e interpretación literaria del cuadro "El soñador", del pintor alemán Caspar David Friedrich. En homenaje a la escuela romántica, cuna y espejo primodial del que la imagineria alibense se siente fraternalmente deudora. 


Alianzas del aire

Alianzas del aire

                          Uno puede dormir tranquilo
                          cuando las amapolas alzan
                          su canto en la bahía del recuerdo;
                          cuando la arena de mis pies
                          vela armas,
                          y el pesado cofre de la alcoba
                          languidece.

                          Tanto rumor de la noche
                          sacia cualquier sed vital
                          en las ruginosas ventanas
                          del abandono.

                          Uno es abatido por las flechas
                          mientras el exterior orbita
                          con el paso cambiado
                          y confuso en el avance;
                          mientras los rayos del altozano
                          juegan frescos, jubilosos
                          en la infinitud del campo;
                          cuando las fronteras
                          deciden derribar
                          sus amenazantes torreones
                          ante la llegada del cierzo.

                        

                         Reposan los brazos

                          como arroyos solo visibles
                          por el grafito de la memoria.

                          Se diluyen los ojos
                          en nubes de amatista,
                          en las simas de un corazón
                          que perdió cicuta y blindaje.

                          Rehuyen las manos;
                          se fuga la mente:
                          marea entre dos fuerzas
                          que, hoy, cercenan tu nombre.

                          Uno puede dormir tranquilo.

                          Lirios de acero restauran

                          alianzas del aire.

 

 

 álibe

 

 

 

Trazos oníricos

Garabateo sueños a golpe de trazos que se difunden y pierden tras la escamosa neblina del desaliento.

 

Álibe

Máscara renacida

Máscara renacida

                          Mientras el aire emponzoñado
                          cultive las alas del miedo
                          un espacio furtivo habrá
                          cerca de la inminente luz.

 

                          Donde el manglar enmarañe
                          el sueño y las algas del mal

                          conquisten sin patente
                          el respiradero de la vida,
                          un raso abierto de esperanza
                          se nos abrirá
                          desde los arrecifes
                          de las incordiosas tormentas.

 

                          Entre tanto
                          me incorporo,
                          camino a sorbo lento,
                          abro el ventanuco
                          que me comunica al útero
                          de la descarnada realidad;
                          puedo cruzar baldosas
                          de confusión,
                          me acerco a las esquinas
                          deseosas de solazarse
                          entre acertijos y oráculos;
                          convoco a las vestales;
                          arrojo al cráter
                          arteras profecías
                          que solo expelen sombra,
                          visión velada,
                          fuego fatuo condenado
                          a ser arlequín en el cadalso.

 

                          Dejadme renacer.

 

                          Quizás, —un día cualquiera—,
                          volveré a descerrejar
                          el vientre de las palabras
                          con el permiso de la lluvia.           

                   

 

Álibe

Ovillos de Agua

Ovillos de Agua

Cuando abandones el perturbador tumulto y emprendas marcha hacia los alcores del silencio, cuando sepas desprenderte de los superfluos atavíos que la vida -con insano regusto te otorgó-, podrás cruzarte con el hálito al que me someto sin temor cercano. Despósate con las luces enemigas del recelo; las campanas de los estímulos repicarán bajo la llegada de una nueva estación.

 

Álibe 

Yakushima

Yakushima

Detrás de la impronta musgosa

que impregna al feliz Jomonsugi¤

todo habita en verde roqueda.

Los riachuelos son sangre libre;

guareciéndose de la lluvia

observo a un ingenuo cervato.

 

En el interior de las brumas

cual extraño hechizo ancestral

el arco Torii echa raíces,

la humedad de los pensamientos

toma la senda de la noche,

dos figurillas de papel

alzan el vuelo sin destino.

 

¤Jomonsugi: arbol gigantesco y milenario de la isla nipona de Yakushima

 

 

Álibe

De Paraísos de bolsillo.

Método alibense

Método alibense

(Filtro 3)

 

Como luces del viento que afloran

en las rojizas lomas de la memoria,

 

como escalofríos crespusculares que laten

sobre los océanos del tiempo

subyace el dolor,

la agonía,

             la apología del color,

el conjunto de desavenencias

cuyas sombras son monolitos

adscritos al perfume de las nubes.

 

Nada permanece anquilosado.

La rueda del molino golpea

con fuerza. Un tibio aguacero

comienza a desbordarme

desde la cruz de los sentidos.

 

Álibe

 

   Pieza nacida, proyectada y moldeada en el seno de la actividad medusiana: "Los Librocidas" y que tuvo el honor de originarse bajo la laureada sombra del poeta español Jorge Manrique. En su eterna e imperecedera memoria.

 

La Morada de Álibe.  09/02/19.  Aranjuez.


Horadaré
el túnel escarlata.
Dulce fricción.


Álibe

El santuario de las mariposas

 

Humedal de Ontígola

 

 

Autómatamente, con los pies y la mente encallados hacia la diáspora de la imaginación, se dirige el doncel al humedal de los sueños.

Antes de su llegada confunde pasos, desorienta el trazado que le bendecirá, consulta a un ente solitario el medio para alcanzar el santuario con el que coaligar con la luz.

Una vez dentro del tupido laberinto, se preguntará…

 

1.- Qué sientes maleza cuando repueblas de vida a los lepidópteros que preparan, de nuevo, su carnaval primaveral.

2.- Qué se siente junco cuando velas por la salud del embalse sin más apoyo que la asimétrica generosidad de los espíritus.

3.- Qué se siente mariposa al contemplar como un simple mortal se empeña en codificar tus piruetas, y, bien sabes, que fracasará en el intento.

4.- Qué se siente atalaya en tus vertiginosas poses, en el consumo amaderado del tiempo, en el perezoso latido de una lluvia que confunde su salto al vacío.

5.- Qué se siente lagarto, qué se siente tábano en tu harén de heces cuando la colmena humana os ignora éste cónclave de fertilidad y aislamiento.

 

No todas las sendas te veneran, santuario. Me encaramo desde la nube. Gira la rueca de las horas. Una garza planea sobre los renglones agrestes del destino.

 

 

Álibe

 

De apátridas

Alcarreñas (Pieza 2)

Alcarreñas  (Pieza 2)

                          De nuevo, enarbolados,

                          se hacen visibles,

                          los cánticos de tierra inhóspita.

                          Ni el lascivo verdor,

                          ni los huecos fosilizados

                          del deleite,

                          ni las vigas del lavadero

                          podrán silenciar

                          nuestros ditirambos de infancia.

 

                          Por encima del instante

                          irrumpen recias campanas,

                          las huellas vernáculas de un hombre

                          libre y atónito.

                          En un instante

                          fui obsequiado con una caracola

                          consignada a la ausencia.

 

 

Álibe

 

De El eunuco impenitente.

 

                          Furibundo arde el palacio.

                          Su techumbre se derrite

                          como melaza al soplete.

                          Se derrumba su cubierta,

                          así como el bargueño de un rostro

                          hastiado de termitas y mezquindad.

                          1764.  La Avenida te vio nacer

                          en la diagonal simbiótica

                          de la perfección y la metáfora;

                          ahora, tu noble anatomía,

                          se convierte en fatal herida que recorre

                          la vía dolorosa de tus vecinos.

                          Recuerdo a Farinelli,

                          il piu famoso castrato della storia

                          con su virtud de rizo neoclásico

                          y sus arias de mármol y fantasía

                          entre doseles de placidez.

                          ¡Cuán lejos quedáis imágenes!,

                          cuando hoy, os toca bailar

                          con la grotesca partenaire de la derrota.

                          Brasas del atardecer,

                          teas que sólo obedecen

                          a la batuta de Hefesto;

                          humos y espirales tóxicas

                          a punto de esposarse con el mal

                          conforman la pugna

                          contra el sortilegio de la belleza.         

         

 

                        Álibe

 

                       El eunuco impenitente

La Graciosa

La Graciosa

Yace bermeja, la envoltura

vitalicia que empondera

el clamor de la cumbre.

En el puerto, mis pasos,

imanes festoneados

con el polo de la dicha,

callan,

no reflexionan,

tan sólo acaban tumbándose

sobre la hamaca de los sueños.

 

 

Álibe

 

De "Paraísos de bolsillo"

 

 


Apátridas

Apátridas

No me llamo Winston Smith

No me llamo Winston Smith

No me llamo Winston Smith,
soy ajeno a las superpotencias,
no visto overall caqui
con el escudo del Partido,
ni pertenezco
al Ministerio de la Verdad.
Sin embargo, al igual que tú,
soy sensible a los punzantes vórtices
del pensamiento,
a cualquier vestigio de mutilación,
al virus disoluto del delirio.
¡Oh, querido camarada!
Abandona al Hermano Mayor
y haz añicos su poder.
Juntos, algún día, escribiremos
en el diario de la esperanza.


Álibe


De "El eunuco impenitente".